«Una fiesta que toca nuestro corazón», así definió Madre Lucía Bortolomasi, Superiora General de las Misioneras de la Consolata, la celebración de la primera fiesta de San José Allamano después de su canonización. La Santa Misa se celebró en la mañana del 16 de febrero de 2025 en la Iglesia y Santuario dedicados a él en la Casa Madre de los Misioneros de la Consolata.
Fue una celebración familiar entre misioneros y misioneras, laicos, amigos, benefactores y fieles que cada domingo participan en la eucaristía en esta iglesia. Estuvieron presentes las dos Direcciones Generales, misioneros y misioneras de las comunidades de Turín y sus alrededores, los jóvenes en formación y las novicias, quienes animaron la celebración con cantos en varios idiomas.
La Misa fue presidida por el Padre James Lengarin, Superior General de los Misioneros de la Consolata, quien en su homilía nos invitó a mirar la Palabra anunciada por Jesús en la Sinagoga de Nazaret como una Palabra que se hace vida y acción en su vida, ministerio y misión. Esta Palabra se convierte en cercanía y atención a todos, especialmente a los más pobres y olvidados; en ella encontramos la invitación para cada misionero y misionera a vivir nuestra vocación específica a la misión consoladora.
Así fue la vida de San José Allamano, vivida en una constante tensión hacia la santidad, que él alcanzó en el cumplimiento diario de su deber, haciendo de manera extraordinaria las cosas ordinarias y siempre con un profundo espíritu de humildad.
La celebración de hoy también marcó el inicio del camino hacia la conmemoración del centenario de su nacimiento en el cielo, que celebraremos el 16 de febrero de 2026. Un camino que quiere involucrar a todos y todas y que estará marcado por momentos de reflexión que deben, ante todo, transformar nuestra vida personal y la de nuestras comunidades.

Al terminar la celebración Madre Lucía Bortolomasi agradeció por el don del corazón misionero de San José Allamano, que nos invita a abrir nuestro corazón para acoger a todos.
A la celebración también asistió la Hermana Simona Brambilla, Prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. En sus palabras de agradecimiento, basándose en las palabras de Pablo en la carta a los Tesalonicenses, donde dice que se hizo amoroso en medio de ellos, como una madre cuida de sus hijos. Nos recordó que, al mirar la vida y el ejemplo de José Allamano, también estamos llamados a tener esta ternura paterna y, sobre todo, materna hacia todos.
El Padre Óscar Clavijo, superior de la Casa Madre, también agradeció a todos por la hermosa participación y el don de las Familias misioneras nacidas de la espiritualidad de Allamano.
La celebración concluyó en la tumba de San José Allamano con la oración de las dos Direcciones Generales presentándole la vida de nuestros Institutos y las realidades de los países donde trabajamos.
Posteriormente, se celebró un almuerzo festivo en familia con todos los misioneros y misioneras presentes en la celebración: en el refectorio hubo espacio para todos y fue un auténtico ejemplo de aquel “espíritu de familia” que Allamano nos invitaba a vivir en nuestros Institutos.
En el Santuario de la Consolata
El Santuario de la Consolata es el lugar donde San José Allamano ejerció su servicio sacerdotal; el sitio que embelleció y amplió convirtiéndolo en un importante centro de devoción mariana; el espacio donde maduró el proyecto de los dos Institutos Misioneros.
La archidiócesis de Turín quiso celebrar la fiesta litúrgica del nuevo santo turinés con una celebración presidida por el Cardenal Roberto Repole. Refiriéndose al Evangelio del domingo sobre las Bienaventuranzas según el Evangelio de Lucas, que revelan la mirada y la presencia de Jesús incluso en las situaciones más dolorosas de la vida, el Cardenal Repole presentó a San José Allamano como un hombre que supo poner su confianza en Dios: el gran sueño misionero de Allamano, que aún hoy se realiza, nació de la intuición de que esta mirada de Cristo puede seguir siendo nuestra mirada. Sintió el fervor de la misión porque intuyó la necesidad de tantos hombres y mujeres de encontrarse con Cristo.

Al final de la celebración, el Cardenal bendijo la nueva pintura del altar dedicada a San José Allamano, en la cual el Santo sacerdote está rodeado por la Beata Leonella Sgorbati, la Beata Irene Stefani, el Canónigo Camisassa y el Beato Boccardo, sus colaboradores, junto con San José Cafasso. Al presentar la obra, Mons. Giacomo Maria Martinacci, rector del Santuario de la Consolata, destacó que Allamano siempre trabajó junto a otras personas en su incansable labor eclesial, por lo que en la pintura votiva también está rodeado de muchas figuras significativas. En la parte superior del cuadro está la Consolata, su “Virgen”; y en la parte inferior de la pintura, hay una multitud de personas de diferentes culturas, que representan a los pueblos que han acogido la obra misionera iniciada por San José Allamano.

Castelnuovo Don Bosco
El Santuario de la Consolata y la Casa Madre son dos lugares importantes en la vida de San José Allamano. También en Castelnuovo Don Bosco, su pueblo natal, se conmemoró su fiesta con una celebración precedida por un triduo animado por los Misioneros y Misioneras de la Consolata.
Los habitantes de Castelnuovo recibieron con alegría y orgullo a su cuarto santo, después de San José Cafasso, San Juan Bosco y San Domingo Savio. Durante la oración, se reflexionó sobre la santidad como un llamado para todos, también en la actualidad.


Padre Michelangelo Piovano, IMC, y Hermana Stefania Raspo, MC