Del 2011 la hermana Renata Conti, misionera de la Consolata, lleva adelante el servicio de postulación para el Instituto. En su rica experiencia ha llevado adelante el proceso del reconocimiento del martirio, que llevo a la proclamación de la Beata Leonella Sgorbati, mártir de la Iglesia, y en los últimos años tuvo implicancia activa en el reconocimiento del milagro que llevo a la canonización de San José Allamano. Le hicimos algunas preguntas y nos cuenta su experiencia con mucho entusiasmo.
Hna. Renata, ¿vos sos la hermana que declara los santos en el Instituto?, queriendo empezar con un chiste. ¿Nos podés contar tu servicio en la postulación para nuestro Instituto?
No pensaba de poder prestar este servicio al Instituto. En el 2011 se me preguntó si me sentía de asumir la postulación por la causa de la Hna. Leonella. No sabía que cosa implicaba todo eso, pero me di con todo mi ser: me ha entusiasmado, porque el contacto con la Hna. Leonella, donde su muerte fue un momento fuerte para el Instituto, ha indicado caminos de santidad de verdad importantes (la entrega de la vida por la misión), es una experiencia muy particular.
Comencé contactando la Congregación de la Causa de los Santos, y participé al curso para postuladores que ellos ofrecen. El contacto con la realidad de esta Congregación (hoy Dicasterio) me abrió al conocimiento de una realidad nueva, no solo para mí, sino para el Instituto. La Iglesia verdaderamente valora el camino de santidad, como expresión concreta de la santidad de la Iglesia.
Profundizar la figura de Leonella, una mujer con sus fragilidades, como todos nosotros, cambio mi vida: descubrir su relación íntima con Jesús Eucaristía me ha enriquecido muchísimo, también a toda la familia misionera. Ha sido una gracia seguir el camino de la Hna. Leonella.
Después agarre en mano también la causa de la Beata Irene.
Y después se te pidió de colaborar con los Misioneros para la canonización de Padre Fundador, hoy San José Allamano.
Encontré mucha acogida por parte de los Misioneros, gracias también a mi experiencia en la investigación diocesana para el proceso de la Beata Leonella, he podido dar mi aporte al proceso. Trabajamos muy bien juntos. Incluso aquí, surgieron de los aspectos de la santidad del Fundador. Milagros hizo varios. ¿Pero porqué se llega a presentar el milagro de Sorino en Amazonia? La Iglesia de Roraima tuvo una apertura y colaboración única. Tenían mucha fe en que esto era verdaderamente aquello que el Señor quería. En una canonización aquello que cuenta es la investigación diocesana: si está bien hecha, si corre rápidamente, y en dos años se llegó a la conclusión.
¿Qué cosa te dejo todo esto?
Una gran alegría, por este momento de gracia que el Instituto ha vivido: he dado mi aporte, en hacer posible vivir a la familia este momento de gracia, que es de valorizar. Porque este milagro tiene un significado profundo para el Carisma en sí que tenemos. Aquello del ad-gentes es verdaderamente el camino para responder al Carisma que nos ha dado el Fundador.
¿Cómo has vivido el momento de la canonización en Plaza San Pedro, el 20 de octubre?
Oh, ¡fue una alegría inmensa! Quise estar de frente, en la plaza, para disfrutar el momento. Cuando sentí al Papa que dijo: “Lo inscribimos en el registro de los Santos” … yo sentí que mi vocación se realizaba. No he estado en una misión como Catrimani, pero este servicio me ha plenificado.
Volviendo a la Beata Leonella, vos la conocías antes del martirio. ¿Qué ha significado para vos tomar en mano su vida para una causa de reconocimiento del martirio?
Yo encontré a la Hna. Leonella varias veces en Kenia, después compartimos algunos encuentros, como el Intercapítulo y un Capítulo general, la Conferencia regional. Una noche, tiempo antes que muera, hablamos tanto.
Le recomendaba que no se pusiera en riesgo. Ella era muy consciente de la situación en la que vivía. Tenía una personalidad vivaz y alegre, una traviesa, también ella con sus altos y bajos, sin embargo, mantenía en su corazón una experiencia de Dios que no revelo nunca a nadie.
Descubrir su camino, profundizar esta vida intensa de relación con el Señor me ha hecho mucho bien. Así profundo y verdadero, ciertamente es fruto de una gracia especial: ella trataba con el Señor, así como yo estoy hablando ahora con vos. No lo veía con los ojos, pero lo percibía, lo sentía. Una relación directa e intensa.
Su experiencia eucarística es una experiencia mística. Esto nos dice que todos nosotros podemos hacer un camino así, de respuesta al Señor. Si nosotros llevamos en nuestra evangelización, si llevamos la gente a este encuentro, esta es evangelización. Es el terror que tenían los fundamentalistas en Mogadiscio: una mujer, que hablaba de biología y anatomía, pero sabía transmitir algo más a los estudiantes, que tenía en sus manos.